Aquí estoy.
En esta publicación quiero resaltar la
figura paterna. Como las madres, los padres merecen reconocimiento. Pues, para
que la vida se dé tiene que haber una unión entre ambos, de lo contrario no
puede haber vida y eso todos lo sabemos. Así que hablemos de: El otro
complemento de la Vida.
El pasado domingo celebramos el día de
los padres. Como las madres, hay tantos padres como diversidad existe en el
mundo. Hay padres que solo han aportado su esperma en la vida de los hijos por fuerte que suene,
otros híbridos (a veces ausente- a veces presente), otros más presentes que
ausentes y otros que dan su vida por ellos. La mucha o poca participación de
los padres en la vida de sus hijos puede deberse a diversos factores y razones,
las cuales no pretendo juzgar. Buenos, malos, amorosos o más fríos que un cubo
de hielo, un padre siempre hará falta. Y ni hablar de los padres que adoptan
hijos de otros como suyos y que están ahí para ellos sin reparos.
La palabra padre tiene varias
definiciones en el diccionario de la Real Academia Española. Entre ellas: varón
o animal macho que ha engendrado a otro ser de su misma especie; varón que
ejerce las funciones de padre; y cabeza de una descendencia, familia o pueblo.
¿Sencillo no? Padre es el que aporta para que se cree la vida, el que ejerce las
funciones que el rol de padre requiere y aquel que provee lo necesario para sus
hijos.
En mi vida, como estoy segura que en la
de cada uno de ustedes, hay muchísimos ejemplos de los distintos padres que les
he mencionado. Sin embargo, quiero destacar a los cuatro padres que más
han aportado a mi vida y a quienes veo ejercer su rol a diario. Muy a su estilo
cada uno, pero todos con amor.
En primer lugar, mi papá. Sin él no
estaría en este mundo, pues su aportación hacía falta para que yo me formara.
Es un padre que sé que me ama. Para mí es el típico padre híbrido, pues no lo
recuerdo en mis momentos más importantes, aunque sé que siempre ha estado
orgulloso de lo que he logrado y en lo que me he convertido. Sin embargo,
recuerdo que siempre he compartido en épocas especiales con él. Todos los
veranos, la navidad, el día de padres los pasaba en su casa. Incluso ahora de
adulta busco siempre darle la vueltita, pues después que uno se independiza o
se casa las cosas cambian un poco. Y más cuando te casas, que hay que dividirse
y visitar a ambas familias en fechas festivas. Aunque no ha sido el padre
más perfecto lo amo muchísimo y sé que siempre se preocupa por mi bienestar.
El segundo padre que admiro y es bien
especial en mi vida es mi abuelo. Sin él, mi madre no hubiera nacido y mucho
menos yo. Más que un abuelo ha sido un padre para mí. El Mono Yuyo como le digo
cariñosamente. Él junto a mi abuela me cuidaban hasta que pude cuidarme sola.
¿Saben qué? Él me llevaba y me buscaba todos los días por dos años a la
Universidad (de yabucoa a humacao dos veces cada día no está tan fácil), me
enseñó a guiar, y hasta mi mecánico ha sido. No todos los abuelos hacen eso. Él
mío es el mejor.
Ahora un padre, casi perfecto: Mi
padrastro. Y digo casi porque no existe hombre o mujer perfecta en la Tierra. Me
aceptó a mí y a mi hermana como sus hijas cuando decidió comenzar una relación
con mi mamá. Ha estado en mis momentos más importantes, para celebrarlos
conmigo y para darme consejos cuando lo he necesitado. Admiro como es con mis
hermanitos. Un padre que aun cuando llegue cansado del trabajo, le dedica
tiempo, estudia y comparte con ellos. Más alcahuete no puede ser con
ellos y con nosotras, pues siempre que nos antojamos de algo y está en sus
manos, nos complace (aun
cuando ya mi hermana y yo somos adultas). Es quién pone la paz e
intercede entre mi madre y nosotros. Tiene una nobleza en su corazón
admirable y pocas cosas pueden sacarle de las casillas. Definitivamente, un
padre incomparable.
Finalmente, mi esposo. Cuando lo conocí,
tenía una niña de siete años. Por lo que no puedo saber cómo fue con su hija en
los primeros años de vida. Lo que sí me consta es que no le ha faltado nada,
pues desde que estoy con él sé que cualquier cosa que ella pida ahí va y se lo compra. La
busca cuando le corresponde y sé que si las circunstancias se lo permitieran lo
haría más. Un padre excelente hasta donde puede. Un padre que se preocupa y ama
demasiado a su hija.
Bueno
y si sigo pudiera hablar de muchísimos otros padres que conozco; amigos y
conocidos que sé que aman a sus hijos y que hacen muy bien su trabajo. Valoremos
a los padres que tenemos en la vida. Ellos son tan importantes como las madres
aunque a veces no lo veamos así, pues se nos ha enseñado que la madre es quien
cuida y el padre quien provee. Todavía
podemos cambiar esto, los padres también tienen todo lo necesario para cuidar y
proteger a sus hijos igual e incluso en algunos casos mejor que una madre.
Les
comparto esta frase: "Realmente es bendecido el hombre que escucha muchas voces que lo llaman padre". - Lydia M . Child
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Hasta
leernos otra vez.
María
Magdalena ;)
Que lindo, Dios los bendiga...
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