Bienvenidas y
bienvenidos a otra publicación de Mi Arro’ con Pollo… sin Huesos. En esta
publicación la atención será hacia la persona en la que cada uno de nosotros
debe enfocarse: Mism@. Así que hablemos del Amor Propio.
Desde que tomamos
consciencia de lo que el amor supone, comenzamos a dirigir nuestra atención y
amor a diferentes personas. Inicialmente, todo nuestro amor y corazón se lo
entregamos a nuestros padres. Nuestra mamá, nuestro papá, o nuestro cuidador es
el dueño universal de nuestro amor. Todo lo que hacemos en esos primeros años
de vida, en su mayoría, está dirigido a complacer los deseos de esa o esas
personas que amamos. Mientras
vamos creciendo nos enseñan a amar a papá, a mamá, al hermanito, a la abuela, a
la tía, a los demás, el amor entre parejas y hasta amar al perro o mascota. Cuando
crecemos nuestro amor y actos responden muchísimas veces a los deseos y
opiniones de los demás. Lamentablemente en el proceso de crianza, enseñanza y
aprendizaje olvidan enseñarnos la versión más importante del amor… el amor
propio.
El amor propio es la consideración y estima que una persona siente por ella
misma y por la cual espera ser considerado y estimado por los demás (diccionario rae). Es decir,
es el amor que cada uno de nosotros siente por sí mismo. Es esa capacidad de
reconocerse y aceptarse con todo el paquete que traemos. Aceptar nuestras
virtudes, pero también nuestras debilidades. Es amarse tal cual. Amarse física,
emocional y mentalmente. Es amar tu talla, estatura, tu cara, tu pelo y tus
actitudes. Es reconocer que aun con las diferencias que puedas tener al
compararte con otros, especialmente con los modelos de mujeres que nos enseñan
que debemos imitar, eres valiosa, hermosa y única. Y aunque hablo en femenino
(pues soy mujer), los hombres también son atacados con estereotipos del hombre
en que deben convertirse. Ustedes hombres también son únicos, hermosos y
valiosos como son y no deben permitir que nada les haga dejar de sentir amor
por ustedes mismos.
El
tener amor por sí mismo es fundamental en la vida de cada individuo por varias
razones. Primero, como dice el refrán “¿cómo podemos dar lo que no tenemos?”.
Si no nos amamos y aceptamos nosotros tal cual somos, ¿cómo podemos demostrar
amor a quienes nos rodean? Segundo, si no expresamos amor y reconocemos nuestro
propio valor ¿cómo otros podrán valorarnos y amarnos? Y tercero, si no
sentimos amor por lo que somos, ¿cómo podremos reclamar amor, respeto y
aceptación de quienes están a nuestro alrededor?
Cuando
te amas la manera en la que te ves cambia. Cambia la forma en la que permites
que otros te vean. Cuando te amas tu felicidad aumenta y lo que los demás piensen
de ti no te afecta. Cuando te amas te tratas como la persona especial que eres.
¡Te valoras! Reconoces que eres importante y trabajas para lograr lo que
quieres con mayor confianza. Cuando te amas no necesitas ir con la corriente y
mucho menos necesitas la aprobación de otros. Ahora bien, me refiero a que te
ames y te valores en la justa medida. Que te ames de una manera que ames también
a los demás con sus virtudes y defectos. No te digo que te ames y te creas
mejor que otros. Pues, todo tiene su límite y la sobreestimación puede
llevarnos a perder mucho en lugar de avanzar y ganar en la vida.
Les comparto
esta frase: "Nadie merece más tu amor que tú mism@". -Buda
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Hasta leernos otra vez.
María Magdalena ;)
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